028 - Bagan segunda parte por Monsoon Podcast Por  capa

028 - Bagan segunda parte por Monsoon

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Sobre este título

Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día. Bitácora de aventuras, edición Bagan segunda parte por Monsoon: Augusto se fue a jugar en el agua en vez de ayudarme a hablar con la gente, me dieron ganas de matarlo. Él había hablado con el agua, sabía que no crecería, por eso estaba tan tranquilo. Estaba haciendo surf con los nenes. Regresé a comprar la vasija de bambú en el templo de shiva el único hindú, la tormenta, los colores. La Vida me dijo una frase de mami, y estuvo ahí también. Después de utilizar "la fuerza", llegué al hostal me di un buen baño y me acosté, me esperaba otro día lleno de templos. Me acosté feliz, en mis momentos de necesidad estuve con mis hermanas y con mi papá, a veces La Vida te pone la gente al lado, aunque ninguno se dé cuenta, yo soy de las afortunadas que pueden verlo, lo he vivido muchas veces. De hecho, a veces desaparezco por meses, y ni cuenta me doy, pues para mi, quien quiero está a mi lado hasta cuando no se entera. Soy de las que piensa que el día debe terminar como si fuera tu último, sin nada pendiente, para poder acostarse feliz, y así fue, después de llamar a miguelo para contarle todo. El siguiente día es tan lindo como el anterior, ese sitio es otra cosa. Sintiéndome más experta que el día anterior, me monté en la motorita con una seguridad que ni yo reconocía. Augusto se acostó a dormir en el manubrio en el que hacía unas horas se había disfrazado de GPS, la pequeña Natalita estaba todavía durmiendo sobre el lazo, al parecer usar "la fuerza" la dejó cansada. Pasé por la calle que la noche anterior me había causado tanto temor, y me reí de mí misma y de nosotros como raza en general, que miedo le tenemos a la oscuridad, tantos sentidos que tenemos, y nos falta uno y nos volvemos locos. A mitad de recorrido, vi que iba a llover, y decidí parar a almorzar, ah, la magia de viajar sola, hacer lo que te dé la gana cuando te dé la gana, es la perfecta vida para los menores de 5 años. El día anterior me había agarrado la lluvia en plena corrida de motorita y terminé "enchumbá" y refugiada en el templo de Ananda como dos horas. Encontré un lugar tipo jardín hecho de bambú, por razones obvias, me quedé, bueno, por mi fijación con el bambú y los jardines, y porque fue el primer sitio que encontré y no quería repetir la enchumbada. Me pedí un café, y acomodé a la pequeña Natalita y a Augusto al lado de la taza para que continuaran la siesta calentitos, me senté a escribir, y me comí la mejor ensalada de papa caliente con fideos que he probado, estuve allí como dos horas, de las mejores dos horas del día. Aprendí bien la señal de la lluvia (o eso pensé), en la ciudad me dijeron que llueve todas las tardes, le llaman "monsoon", a las lluvias, y a la temporada en general. Termino de almorzar, agarro par de templos, lucho con la idea de perderme el atardecer, pero recuerdo la noche anterior y desisto, son las 5 PM y estoy de regreso al hostal. Augusto y la pequeña Natalita están despiertos y en su posición, aparentemente escogida para el resto de la estadía en bagan: Augusto como GPS, la pequeña Natalita de bailarina invitada. Llego al cruce del río, la gente está detenida, está crecido y le pasa por encima al puente; el río atraviesa las dos únicas calles que llegan al hostal. Augusto salió corriendo hacia el río como un loco, y antes de que pudiera agarrar a la pequeña Natalita, se fue corriendo detrás de él, esos dos son inseparables. Me detengo y me río, empiezo a ver cómo los demás bregan la situación: se detienen, miran, cruzan, algunos niños juegan a meterse a la corriente con los pies y volver muertos de la risa a sus papás, sigo mirando, poco a poco todos cruzan, me sigo quedando, sigue oscureciendo. Me digo a mi misma "perfecto, que bueno que no esperaste el atardecer, porque no conoces la lluvia ni el 'monsoon' un carajo". Sigo observando y acercándome al río, ni pa'l carajo voy a cruzar mano, la corriente no era super fuerte, pero habia corriente, y casi no se veía el puente. Alcanzo finalmente a ver a donde corrieron Augusto y la pequeña Natalita, “era mi turno de cruzar” y estaba justo donde empezaba el agua, ...
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