300 palabras para (des) aprender a vivir. Podcast Por Guillermo S. Giaquinta capa

300 palabras para (des) aprender a vivir.

300 palabras para (des) aprender a vivir.

De: Guillermo S. Giaquinta
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Sobre este título

Nunca hicieron falta más de una o dos palabras para decir las cosas en forma sincera y, algunas pocas más, para abrir o cerrar capítulos enteros de nuestas vidas. 300 palabras parecen pocas pero son muchísimas si se ordenan, una detrás de la otra, y logran el objetivo de comunicarnos. Soy Guillermo Giaquinta. Publicista, autor de canciones (algunas conocidas), "escribidor" y perdedor en los principales certámenes de novela del mundo (pero insisto). En 300 palabras, voy a compartir con ustedes mi mirada sobre las cosas que nos interesan a los que nos interesamos por las cosas. Bienvenidos.Guillermo S. Giaquinta Ciências Sociais
Episódios
  • Huérfanos grandotes.
    Sep 14 2025

    Uno no sabe muy bien qué decir cuando alguien, de unos 70 años, te dice que ayer se le murió la madre o el padre.

    Hay frases hechas para estos casos que tienen más que ver con las buenas costumbres que con la empatía.

    Un “Lo siento mucho” alcanza, pero no es creíble. Él, lo siente mucho. Vos, no lo sentís mucho. Es más, te llama profundamente la atención que haya gente de esa edad con padres todavía vivos.

    Un humorista inglés decía que, en algún momento de la vida, lamentablemente, uno de tus progenitores va a morir. ¡Pero el otro, no se muere nunca!

    Convengamos que nadie que te diga que se quedó huérfano a los 70 puede esperar un gesto exagerado de piedad y compasión de tu parte.

    Si uno dice un “bueno, ahora descansa en paz”, está bastante más cerca de la verdad. Porque no descansaba en paz adentro de ese cuerpo modelo 1930, deteriorado y demandante y, si nos sinceramos, nadie del grupo familiar descansaba en paz.

    No queremos que se vayan, pero qué bueno si, a su tiempo, se van yendo.

    Somos humanos. Somos contradictorios.

    Lo que generalmente se ve es que, en un momento dado, empezamos a tratar a nuestros viejos como a hijos. Es piadoso y patético, a la vez.

    No creo que les guste. No sé si eso está bien, pero pasa.

    Cométe todo que está rico.

    ¿Querés hacer pichí?

    Dale, ponete el saquito que vamos a dar una vueltita.

    Me tatuaría estas tres frases en el antebrazo. Entonces, cuando las escuche, me van a resultar conocidas, voy a estirarme la piel para poder leer lo que me tatué, y ahí voy a entender que llegó la hora del “corchazo” o de irme por ahí, con la jubilación cobrada, a un cabarute, por ejemplo, y pedir que me den toda la plata en alcohol, drogas y mujeres. Seguramente me va a alcanzar para medio whisky aguado, un par de besos de rouge en la frente y me van a echar del boliche. Entonces, volveré al geriátrico en un móvil policial, diciéndome en vos baja: ya van a ver el mes que viene, cuando cobre.

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  • Cavernícolas. (Cortar o seguir?)
    Sep 7 2025

    ¿Sabés desde cuándo viene eso de “yo sólo para ti y tú sólo para mí”?

    Una teoría dice que, en los tiempos de las cavernas, esa gente, toda peluda, se dividía, más o menos, así: el más fuerte era el jefe, los hombres cazaban y las mujeres criaban y recolectaban y las crías eran de todo el clan.

    Probablemente no supieran que después del coito venía el embarazo. A las mujeres, simplemente, les brotaba leche y un bebé, de vez en cuando.

    Todo era pura armonía, pero una conducta empezaba a generar problemas. Los muchachos volvían de largos días de cacería y les daba por aparearse un rato. A la hora de elegira la hembra, los machos luchaban y hasta llegaban a matarse entre sí, nunca a la hembra. El jefe, viendo que perdía a buenos cazadores por culpa de este pequeño desacuerdo, decidió armar parejas fijas y listo. Creó la monogamia.

    El paso del tiempo, no cambió nada. Cada época fue más o menos brutal, más o menos racional, con más o menos derechos, pero la cosa llega igual a nuestros días. El lema “yo sólo para ti y tu sólo para mí”, sigue intacto.

    Con bastante éxito, el divorcio le agregó al lema la variable “ganas” y lo mejoró bastante. “Yo sólo para ti y tu sólo para mí”, mientras duren las ganas.

    Otra variable al lema cavernícola es la infidelidad no descubierta. (No hay datos estadísticos. A los encuestadores, todos les responden NUNCA o “mirá si te lo voy a contar avos, gil)

    El problema es la infidelidad descubierta, porque te detiene en una bifurcación: seguir o cortar.

    Si sos militante del “modelo monogámico hasta la muerte” y te alcanza con un PERDON, COMETÍ UN ERROR, podrás seguir adelante. Te recuerdo que un error es poner la pava eléctrica arriba de la hornalla a gas. Sacarse la ropita en otra casa, no. Pero bué.

    Ahora, si le vas a dudar las razones, si no podés entender lo que hizo, si solamente se te vienen a la cabeza frases que empiezan con CÓMO, CUÁNDO, DÓNDE, QUÉ, QUIÉN Y PORQUÉ, mejor no insistas. No seas cavernícola.

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  • ¿Qué hicimos bien?
    Aug 16 2025


    Habría que rever eso de que “el fruto no cae muy lejos del árbol”.

    Porque, salvo en las monarquías, donde nacés para príncipe o princesa, lo cual no está nada mal, y esa es la tuya para siempre, hay muchos casos en que ves lo contrario.

    Parece ser que ni el ejemplo ni los mandatos, son suficientes.

    Ivan Noble, cantante, y la madre de su hijo, Julieta Ortega, actriz confamilia de artistas, decían en un reportaje, con una amorosa aceptación, que el nene les había salido personal trainer. ¿Personal trainer?

    Digo… ¿Qué hicimos mal o qué hicimos bien?

    Es un clásico que los padres creamos que lo mejor para los hijos es que elijan lo más conservador, tradicional y probado que haya y, si es posible, que sigan con el negocio familiar. (Me acuerdo de la alegría de Don Corleone cuando Al Pacino agarró el mando).

    Bukowski tiene un poema, un poco duro,

    Tirando el despertador, se llama.

    "Mi padre siempre decía, a dormir temprano y a levantarse temprano, eso te hace sano, rico y sabio.

    En nuestra casa, a las 8 p.m. se apagaban las luces, y nos levantábamos al amanecer con el olor a café, tocino frito y huevos revueltos.

    Mi padre siguió esa rutina toda su vida y murió joven, en la ruina, y, creo, no muy sabio.

    Tomando nota, rechacé su consejo y para mí se convirtió en: a dormir tarde y a levantarme tarde.

    Ahora, no digo que he conquistado el mundo, pero he evitado un montón de embotellamientos mañaneros, he sorteado algunas trampas comunes y he conocido gente extraña y maravillosa,

    una de ellas fui yo mismo—alguien a quien mi padre nunca conoció".

    A lo mejor, “eso del fruto del árbol” se refiera a una manera de pararse ante la vida. Pero me parece que tampoco va por ahí. Puede ser que uno busque sus modelos a seguir en cualquier otro lado. O, mejor, que los padres no sean un modelo para nada.

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